El presidente Guillermo Lasso, disolvió la Asamblea Nacional del país, una drástica medida, tomada mientras se enfrentaba a un proceso de destitución por acusaciones de malversación de fondos.
La medida constitucional, que nunca se había utilizado, permite que el presidente gobierne por decreto hasta que puedan celebrarse nuevas elecciones, marcando un momento de extraordinaria turbulencia política para un país de 18 millones de habitantes que ya vivía una tormenta política.
Guillermo Lasso, es acusado de ignorar las irregularidades y la malversación de fondos en un contrato entre una naviera estatal y una empresa petrolera que no cumplía sus promesas.
La Asamblea Nacional votó a favor de iniciar las audiencias de destitución, pero todos los procedimientos se paralizaron definitivamente cuando Lasso disolvió el Congreso.
El presidente ya había amenazado con hacerlo y convocar nuevas elecciones, debido a una serie de disputas entre estos.
Se ha enfrentado a crecientes críticas y peticiones de destitución por parte de grupos de la sociedad civil ante las crecientes tasas de delincuencia, extorsión, secuestros y robos. Las bandas se disputan el control de las rutas de la droga y han adquirido un mayor control sobre las prisiones del país, lo que ha provocado varios motines en penales y masacres en los últimos tres años.
Ver a un presidente cerrar la Asamblea y asumir el poder legislativo de manera transitoria es sin duda “un golpe a la democracia”, dijo Mauricio Alarcón Salvador, director del capítulo de Transparencia Internacional en Ecuador.