Quiero aclarar que con este escrito no voy a justificar de ninguna manera al “Defensor del Pueblo” Jorge Armando Otálora, porque mal haría yo en salir en su defensa, máxime cuando la sociedad ha juzgado y condenado su vergonzosa actuación, en relación con los hechos que lo señalan por estos días; lo que voy a señalar como ser humano, hombre y ciudadano hace referencia más bien a la doble moral que muchas personas manejan y con la cual se cobijan para darse la oportunidad de conceptuar sobre lo bueno, lo malo y lo feo de sus conciudadanos.
Cabe resaltar que el respeto por los funcionarios es un canon que debería ser venerado y acatado por todos los jefes, dueños de empresas, patrones, compañeros de trabajo, profesores y demás, porque no hay algo más denigrante que valerse del poder para humillar al menos favorecido; esto es algo absolutamente reprochable.
No obstante, es muy común que se conozcan historia sobre abusos en contra de las empleadas del servicio doméstico de parte del patrón y sus hijos; presión sobre secretarias que por necesidad trabajan por un mísero salario mínimo; acoso sobre alumnas que piden ayuda a sus docentes para poder pasar una asignatura en el colegio o la universidad; chantaje para tramitar asensos y mejorar en posiciones públicas por parte de políticos, gobernantes y jefes de oficinas; en fin, esto es el pan nuestro de cada día en nuestro medio y de eso se conoce mucha letra menuda.
No solamente los hombres son los acosadores, porque aunque suene difícil de creer, existen jefas mujeres que también hacen lo suyo, aunque esto es menos sonado y más bien aprovechado, asumiendo un papel machista frente a lo que redacto.
El tema del Defensor Otálora es un hecho absolutamente infortunado pues no es lo que uno piensa o espera que sucede con un personaje de esta categoría, en la investidura que ostenta de protector de los derechos del pueblo, sin embargo no soy quien para increparlo por tal falta. De lo que si estoy seguro es que muy posiblemente este alto dignatario tendrá que pensar muy bien lo que haga en un futuro.
Hechos similares han sucedido en la historia y que han sido muy sonados, como fue la relación del ex presidente de los Estados Unidos Bill Clinton con su secretaria Mónica Lewinsky, un bochornoso escándalo que dio la vuelta al mundo y que puso en aprietos a quien fuera por ese entonces el hombre más poderoso del planeta.
Hace pocas semanas el Procurador General de la Nación Alejandro Ordóñez abrió una investigación en contra del Comandante de la Policía Nacional, General Rodolfo Palomino, por presunto acoso sexual a oficiales de mando medio y bajo, lo cual generó escozor pues no caben en la imaginación de los ciudadanos tales actos en manos de una persona que parece tan seria y pulcra, pero pues caras vemos, corazones no sabemos.
También en una Institución Educativa de nuestro vecino departamento del Tolima, más exactamente de la ciudad de Ibagué, se presentó un escándalo por acoso sexual lésbico, de una docente de este centro educativo hacia una de sus alumnas.
Pero no vayamos tan lejos, preguntémosles a nuestras amigas estudiantes, funcionarias, o empleadas si se han sentido acosadas alguna vez por sus jefes (as) y profesores (as) y se llevarán tremendas sorpresas.
Aunque ya renunció el Defensor del Pueblo, como seguramente también debió haberlo hecho el General Palomino, pienso que debería legislarse más al respecto, pero además, deberíamos vernos y evaluarnos nosotros mismos antes de actuar de manera tan mojigata y castigar sin otorgar el beneficio de la duda y la defensa.
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Por: Hugo Fernando Cabrera Ochoa – hfco72@gmail.com