Campañas sociales, una fachada

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Desde el año 1987 cuando inicié mi ejercicio como periodista estoy escuchando a los alcaldes, a los gobernadores y a sus secretarios hablar de campañas para enfrentar los grandes problemas sociales del departamento, pero los problemas 30 años después, son los mismos, pero con niveles de complejidad mucho más graves.

Por ejemplo, Jairo Morera Lizcano el primer alcalde popular de Neiva QPD, lanzó una ambiciosa campaña para atacar la drogadicción en la ciudad, se destinaron con este fin 10 millones de pesos que solo alcanzaron para imprimir unos volantes con el mensaje No a la droga, traer algunos conferencistas de Bogotá y hacer videos sobre las consecuencias del consumo, y ahí terminó todo, la campaña que no dejó mayores resultados más que la buena voluntad del alcalde que no se cogió un solo peso, en el papel quedó como un simple dato histórico porque las cifras de adicción en Neiva hoy son superadas en mas de un 400 por ciento y siguen creciendo a diario.

He sido testigo de por lo menos 10 campañas para atacar el contrabando que amenaza la economía y la formalidad del comercio, se han destinado para este tipo de campañas un promedio de 50 millones de pesos por campaña, en publicidad y capacitación dirigida a quienes hacen el control, y si revisamos cómo ha crecido el contrabando en la región nos queda la sensación que es un flagelo que no le importa a nadie en la región porque su crecimiento se desbordó en los últimos cinco años, es decir, esa platica se perdió, se la gastaron, la malgastaron, la derrocharon, no aparece, porque los objetivos de la campaña no se reflejan para nada.

Cada alcalde de Neiva, cada gobernador se gasta del presupuesto sumas cuantiosas para persuadir a la familia sobre los riesgos del suicidio. Panfletos para distribuir en las calles, vallas costosísimas con mensajes muy mal concebidos, capacitaciones y otra serie de acciones que en nada han contribuido a resolver el descomunal conflicto social que genera aña tras año las más altas cifras del suicidio en la capital y en todos los municipios, son tan mal diseñadas estas campañas que parece que sus objetivos se revertieran agravando el problema.

Es muy claro, que este fenómeno hoy día es casi una circunstancia normal, estamos tan acostumbrados al suicidio que ya no nos asombra ni siquiera porque ahora no son solo los adultos los que se suicidan, lo hacen los adultos mayores y hasta los niños. Entonces cualquier desprevenido se puede preguntar ¿Y toda esa plata destinada en campañas para prevenir el suicidio que se hizo?

Esta pregunta es válida para todos los trastornos que afectan a la población y que se pretenden resolver a punta de millonarias campañas, sin planificación, sin investigación y sin estrategias que garanticen su efectividad. La plata del presupuesto sale para contratar con los amigos y financiadores de campañas políticas y listo, no pasa nada, porque en la administración pública lo mas fácil es justificar el derroche con una campaña social que jamás resuelve nada.

Campaña contra la brucelosis equina, contra el tabaco, contra el alcohol, contra la violencia, contra el maltrato, contra el sida, contra la compra de votos, contra la deforestación, contra el abuso de menores, contra el delito, contra la discriminación, contra la accidentalidad, contra el mal uso de las basuras entre muchas otras. Qué tal que surtieran efecto, viviríamos en un paraíso como el de Adán y Eva.

Estas campas se las inventaron los políticos para disimular el derroche, para tapar el robo de los recursos públicos y para justificar el pago de favores a sus amigotes. En los países europeos no existen campañas, los trastornos sociales como los que he mencionado los combaten con políticas públicas que no interpretan la conveniencia de un partido, de un cacique o un gobernante de turno, se resuelven mediante un esquema de continuidad de la mano de la ciudadanía que mide los resultados que deben traducirse en soluciones.

Por eso digo que no hay que creer en las campañas, no sirven para nada, son pretextos de los políticos para robarse la plata del estado.

Por: Marco Fidel Yukumá
Twitter: @marcofyukuma

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