“Esta es la sonrisa de una mujer que nunca más va a tener un contrato de prestación de servicios”, “Esta es la sonrisa de una mujer que nunca más se va a tener que despertar a las 6:00 a.m. a trabajar”, “Esta es la sonrisa de una mujer que sabe que nunca tendrá que vender productos por catálogo o hacer tandas para salir adelante”, “Esta es la sonrisa de una mujer que sabe que nunca más en su vida va a volver a lavar un plato”… ¡hágame el favor!
Según los memes alusivos al matrimonio entre el príncipe Harry y la actriz de Hollywood Meghan Markle, a esta mujer se le arregló la vida, y no precisamente porque se le apareció la virgen o el genio de la lámpara mágica, sino gracias a una conveniente unión matrimonial.
¿Qué curioso no? esa boda “feminista” fue la perfecta ocasión para reafirmar que seguimos pensando que las mujeres necesitamos conseguir un buen marido para ascender socialmente, o peor aún, para dejar de pasar necesidades y trabajos precarios.
Sólo así, encontrando una figura masculina de mayor rango que el nuestro, léase con mejores ingresos, puesto o estatus, podremos alcanzar condiciones de vida digna, sin precarización laboral, informalidad o largas jornadas de trabajo, sólo así, quedando “bien casadas”, como decían las abuelas.
Al fin y al cabo, conseguir un buen partido para sus hijas era (¿o es?) una prioridad para las familias. ¿Se vieron las películas “La Sonrisa de la Mona Lisa” u “Orgullo y Prejuicio”? Así, igualito, madres y padres sacando pecho porque le endosaron la muchacha a un Sir, a un Mister o a un Doctor ¡ya podían morir tranquilos!
Entonces vean, al aceptar pasivamente esos memes nos estamos tragando completico el cuento del “príncipe azul” y del buen partido, pues pueden parecer chistosísimos y muy inofensivos, pero su principal ingrediente es sexismo del bueno.
Pues reproducen el típico estereotipo del hombre-proveedor y de la mujer dependiente económicamente, esa a la que hay que “darle gusto” como toda una princesa, así tipo “vaya mi reina cómprese algo lindo”.
No venga… ¡un momentico!
¿Acaso no vivimos en el país donde muchos dicen que las mujeres somos “berraquísimas”? Recuerden que no son pocas las familias donde hijas, hermanas, tías y abuelas han luchado por sacar adelante a sus hijos/as solas, o entre ellas, más bien. (Se me chispoteó: estar sin compañía masculina no es lo mismo a estar sola, anoten). En todo caso, no somos mujeres esperando que se nos haga “el milagrito” ni mucho menos.
Y lean bien, tampoco es chistoso (ni feminista) decir que una mujer casada -con seguramente cientos de otras mujeres a su servicio- no tenga que hacer oficios domésticos, pues vuelve mofa una realidad innegable: que la libertad de muchas mujeres privilegiadas económicamente, se ha sostenido gracias a mujeres de otras clases sociales, razas o niveles educativos.
Para concluir, muy lindo el góspel y todo, pero de ahí a que un matrimonio dentro de la monarquía inglesa pueda ser catalogado como feminista ¡pues ayayai! Creo que no.
Eso convertiría el feminismo en un discurso vestido de blanco y fácilmente digerible para el mundo del espectáculo, ese que necesita de actores y actrices para que cualquier idea de “cambio” se vea más cool, bonita y no tan peligrosa.
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Por: Claudia M. Álvarez – claudialbaricoque@gmail.com
Twitter: @cmalvarezh