El ayuno intermitente está de moda debido a factores como la investigación científica o al testimonio de personas que han compartido su experiencia positiva al respecto, sin embargo, esta práctica se ve envuelta en polémicas e interrogantes
Expertos de la Universidad Europea advierten que este hábito alimentario puede provocar efectos muy diferentes en cada persona: la respuesta es individual y puede depender de distintas variables
Cada 28 de mayo se celebra el día Mundial de la Nutrición con el fin de reflexionar sobre la importancia de una alimentación correcta, ya que es la base para estar y sentirnos bien. Sin embargo, en el panorama de las dietas y hábitos alimenticios, el ayuno intermitente ha sido objeto de controversia en las últimas semanas.
Se le ha asociado con un posible incremento del riesgo de muerte por problemas cardiovasculares, lo que ha sembrado dudas sobre su efectividad y seguridad. Pero, ¿es realmente el ayuno intermitente una herramienta mágica para la salud, o puede representar un peligro para nuestro corazón?
La realidad es más compleja de lo que parece, según el catedrático de Ciencias del Deporte de la Universidad Europea, Vicente Javier Clemente Suárez, explica que “los resultados del ayuno intermitente pueden variar significativamente entre individuos. Además, este tipo de ayuno puede acarrear hipoglucemia, deshidratación, deficiencias nutricionales y una exacerbación de trastornos alimentarios”.
El ayuno intermitente es un tipo de alimentación que implica alternar períodos de ayuno con períodos de alimentación. Los tipos más comunes incluyen el ayuno 16/8, que consiste en ayunar durante 16 horas y comer durante 8 horas; el método 5:2, que implica comer normalmente 5 días a la semana y restringir la ingesta de calorías a unas 500 o 600 en los otros 2 días y el ayuno de 24 horas, que se hace una o dos veces a la semana.
Aunque es un hábito alimentario que se ha hecho conocido y se ha puesto de moda en los últimos años debido a sus beneficios, lo cierto es que no es efectivo para todos y, en ocasiones, puede conllevar riesgos para la salud.
Sin embargo, no son todo riesgos. El ayuno intermitente puede ayudarnos también a preservar nuestra salud. “Algunos estudios sugieren que este tipo de alimentación puede tener efectos beneficiosos como la mejora en los perfiles de lípidos sanguíneos, la reducción de la presión arterial y el aumento de la sensibilidad a la insulina, lo que potencialmente disminuye el riesgo de enfermedades cardiovasculares. Además, puede promover la pérdida de peso y la reducción de la grasa corporal al mejorar la regulación hormonal y aumentar el gasto energético”, señala el experto.
Eso sí, la reducción del número de ingestas diarias que implica el ayuno intermitente puede provocar un aumento de la ansiedad por la comida y del estrés. Lo cierto es que cada persona reacciona de manera diferente, pero “si se consigue mantener en el tiempo, el ayuno intermitente, generalmente, mejora la relación con la comida”.
La clave está en descubrir si el ayuno intermitente es adecuado o no para nosotros y, para empezar, es necesaria una buena investigación y planificación previa, además de consultar a profesionales de la nutrición.
“Es importante comenzar a aplicar el ayuno intermitente lentamente, reduciendo gradualmente la ventana de alimentación”, asegura el profesor Clemente al tiempo que lanza un consejo, “escucha a tu cuerpo, presta atención a cómo te sientes durante el ayuno y, durante tus periodos de alimentación, enfócate en una dieta rica en nutrientes”.
El docente de la Universidad Europea hace hincapié en el consumo de agua en los tramos de ayuno para evitar la deshidratación y añade que “sobre todo, hay que ser flexibles”. “El ayuno intermitente no es adecuado para todos. Si no funciona para ti, no te sientas presionado a seguir con ello”, concluye.