Sin lugar a dudas, la temporada electoral y la contienda política que esta arrastra, dará lugar a fuertes críticas y señalamientos relacionados con lo que pudo ser y no fue, en una u otra administración, lo cual es una costumbre tradicional o normal, cuando lo de proponer es poco y el discurso es nulo.
De acuerdo a fuentes consultadas, cerca del 40% de los empleos se generan en el sector agropecuario, 16% en el sector comercio, 9% en la administración pública y defensa, 6% en industrias manufactureras, 6% en alojamiento y servicios de comida, 6% en actividades artísticas y de entretenimiento, el 5% de actividades profesionales, científicas y técnicas, el 5% en el sector transporte y almacenamiento, el 5% en el sector de la construcción, 1,5% del sector de suministro de electricidad, gas, agua y gestión de desechos; el resto se genera en los sectores relacionados con las actividades financiera y de seguros, información y comunicaciones, y actividades inmobiliarias. Obviamente hay una proporción grande que corresponde a la informalidad.
Si prestamos atención a los indicadores, podemos determinar claramente, y para eso no hay que ser un erudito, que la porción de torta más grande corresponde al sector agropecuario, que es realmente el motor que mueve la economía en el departamento del Huila, por ello que se diga comúnmente que somos de vocación agropecuaria.
Siendo coherentes con la realidad del contexto, es obvio que, para robustecer el aparato económico del Huila, se deben enfocar todos los esfuerzos en desplegar acciones encaminadas a garantizar el fortalecimiento del sector agropecuario, de allí el diseño de un nuevo modelo de desarrollo económico y social, el cual enmarca una serie de acciones, como el ordenamiento productivo y social de la propiedad rural; infraestructura productiva; ciencia, tecnología e innovación; asociación y extensión agropecuaria; y acceso fácil y barato al crédito, y comercialización.
En la presente administración departamental, para vigorizar las cadenas productivas se ha efectuado una inversión cercana a los $175.000 millones, cifra absolutamente histórica, que permite verdaderamente fortificar la capacidad productiva del Huila.
Quien tome las banderas del departamento, finalizado el presente gobierno, debe ser un conocedor profundo del este sector de la economía, pues un desacierto puede ser el derrumbe o fatal deterioro de un proceso que se ha venido dando y que a la fecha ha arrojado resultados sumamente positivos y favorables para los empresarios del campo, pero que además nos convertirá en la gran despensa alimentaria de Colombia.
Por otra parte, el turismo o industria sin chimenea, ha logado tal vez lo que nunca había alcanzado tiempos atrás, aún con Betania, el desierto de La Tatacoa, San Agustín, las fincas cafeteras, los saltos de Mortiño y Bordones, la caja de agua, la Motilona y la Azufrada; destinos que habían estado allí sin ser notablemente explotados, pero que gracias al apoyo e implementación de estrategias muy bien diseñadas para el desarrollo de este sector de la economía, generan crecimiento socioeconómico en diferentes zonas del departamento.
Cierro esta columna con la siguiente frase de Abraham Lincoln, “No se puede escapar de la responsabilidad del mañana evadiéndola hoy”.
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Por: Hugo Fernando Cabrera – hfco72@gmail.com
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