A los gobernantes electos

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El pasado 29 de octubre los colombianos fuimos a las urnas, ejercimos nuestro derecho y deber constitucional al voto; de esta manera se reconfiguró el poder municipal y departamental en el país.

En las contiendas electorales participaron más de 125 mil candidatos, según cifras de la Registraduría Nacional. De los 226 candidatos inscritos para las gobernaciones, solo 32 llegaron a este cargo uninominal y de los 5.809 avalados para competir por las alcaldías, 1.102 lograron ganar.

El número para los cargos plurinominales incrementa, es decir, para las asambleas departamentales, los concejos y las juntas administradoras locales (JAL). En este 2023 se eligieron 418 diputados, de los 3.595 inscritos; 12.072 concejales, entre 101.590 inscritos en listas abiertas o cerradas; y 6.885 ediles de los 14.689 participando en la contienda.

En total, los colombianos elegimos 20.509 representantes locales y departamentales, que renovarán y darán continuidad a la gestión que se hace a nivel del territorio.

A los más de 20 mil colombianos que elegimos en nuestras regiones, les pido que nunca dejen de escuchar a su territorio, son muchas las personas de las que tienen que aprender.

Las necesidades, prioridades y requerimientos de las comunidades no tienen partido o ideología, denle continuidad a las acciones que han mostrado resultados y tengan la meta de acelerar la implementación de aquellas que no.

¡Confiamos en ustedes! Gracias a las personas que creen en la verdadera democracia, la democracia que se manifiesta de manera responsable en las urnas, ese voto de confianza no puede ser defraudado; el agradecimiento es una de las grandes virtudes de los grandes líderes de la humanidad.

Todas esas personas serán las responsables de la gestión pública en los territorios, estarán en contacto directo con los ciudadanos y son quienes deberán comprender y atender las necesidades específicas de sus comunidades.

Al haber sido elegidos deberán tener un entendimiento profundo de los problemas locales y son los llamados a implementar soluciones adaptadas a las circunstancias particulares de cada pueblo, ciudad o departamento.

Terminado el proceso electoral, se configura y avanza en los procesos de empalme entre los gobiernos entrantes y salientes, esta debe ser una transición pacífica y dialógica, que busque preservar, por encima de todo, el interés general, el cual se materializa en la continuidad eficiente en la prestación los servicios a cargo del Estado, el funcionamiento de las entidades públicas no se puede detener bajo ninguna circunstancia.

Los empalmes son importantes porque permiten conocer la realidad administrativa, financiera y jurídica de las entidades públicas, el alcance de ejecución de los planes estratégicos o de desarrollo. Así pues, los aspectos más relevantes que deben tenerse en cuenta son la forma en que se debe hacer el proceso de entrega de la información, de lo ejecutado según el Plan de Desarrollo, y lo que queda en ejecución, así como su planta de personal. Los procesos de empalme deben ser efectivos, transparentes, útiles.

Ahora bien, el empalme no es un juicio en contra de la administración saliente, ni le corresponde al gobierno entrante valorar o calificar lo que recibe. De lo que se trata es de conocer el estado real de cosas, teniendo claridad en lo que está pendiente, lo que es urgente y lo que amerita especial atención, con el fin de evitar sorpresas desagradables o situaciones que pongan en riesgo la gestión pública.

No significa lo anterior que no procedan aclaraciones o información adicional y mucho menos que no exista la obligación de presentar las denuncias a que haya lugar para que las autoridades competentes hagan lo de su resorte. El empalme se materializa con la entrega del acta del informe de gestión, por ello, entre más tiempo se tenga para dialogar y socializar, mayores certezas se adquieren y menores riesgos se corren.

Los nuevos gobernantes tienen otra tarea titánica, la escogencia del gabinete que lo acompañará en su mandato. Aunque parezca una tarea fácil, esto es de vital importancia debido a que el talento humano es el activo más valioso con que cuenta el gobernante, ya que con su trabajo, dedicación y esfuerzo contribuyen para que la administración cumpla con la misión del Estado, responda a las demandas de los ciudadanos, garantizando la integridad y calidad en los servicios.

Tener un excelente equipo de trabajo es esencial para gobernar de manera efectiva, lograr resultados positivos para la sociedad. Un equipo fuerte y cohesionado marca la diferencia en la toma de decisiones, implementación de políticas y resolución de problemas.

Un buen equipo de trabajo proporciona una amplia gama de habilidades y conocimientos que son necesarios para enfrentar los desafíos complejos que enfrentan los líderes políticos. Cada miembro del equipo aporta su experiencia única, lo que permite abordar diferentes perspectivas y encontrar soluciones más innovadoras; un líder puede contar con expertos en medio ambiente, economía, educación, salud pública, recursos hídricos, energía, sostenibilidad, seguridad, dentro de su equipo para tomar decisiones informadas sobre estas áreas críticas.

Así mismo, un buen equipo de trabajo fomenta la colaboración y el intercambio constante de ideas entre sus miembros, esto crea un ambiente propicio para la creatividad y el pensamiento crítico, lo que lleva a mejores resultados en términos de políticas públicas. Un buen equipo técnico, serio e interdisciplinario, puede ayudar a mitigar los sesgos cognitivos inherentes a las decisiones individuales.

En contraste, no tener un buen equipo de trabajo puede llevar a consecuencias negativas para el liderazgo político. La falta de factores técnicos, académicos y de diversidad en términos de habilidades y conocimientos, limita la capacidad del líder para tomar decisiones informadas: además, la falta de colaboración y comunicación entre los miembros del equipo puede resultar en soluciones subóptimas o incluso fracasos en la implementación de políticas.

Vale la pena decir, lo que más valoro de un líder político, son sus características personales como la ética, la sinceridad, la integridad, la transparencia y la coherencia. Estos son los valores que como ciudadanos y electores debemos promover en nuestras ciudades, en nuestros líderes políticos, para lograr transformar e impactar la sociedad de una manera positiva.

En el Huila elegimos al mejor gobernante, al hombre de los resultados, que tiene un liderazgo movilizador de cambios; una persona con visión estratégica de región y de país, con la capacidad de tomar decisiones difíciles para avanzar, apalancando el desarrollo del departamento.

Por: María Fernanda Plazas Bravo – Twitter: @mafeplazasbravo
Ingeniera en Recursos Hídricos y Gestión Ambiental
Especialista en Marketing Político – Comunicación de Gobierno
Universidad Externado de Colombia

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